REFLEXIONES
A menudo me paro a pensar cómo hubiera sido la evolución del hombre sin la existencia del caballo. Sí nos paramos unos instantes a pensar en ello, podemos observar que el caballo ha sido un elemento de principal importancia en nuestra evolución como especie. Ningún otro animal prestó más y mejores servicios al hombre, este hecho es fácilmente comprobable sí miramos cualquier punto, página o pasaje de cualquier año de la historia de la humanidad. Durante muchos años el caballo fue una preciada pieza de caza, ya que sirvió de alimento para el hombre primitivo, pero posteriormente con su domesticación podemos decir que ocasionó una gran revolución en el desarrollo de nuestra evolución, ya que el caballo pasó de ser alimento a ser fuerza motriz en los trabajos agrícolas y medio de transporte. Así pues podemos afirmar que hasta la primera revolución industrial del siglo XVIII, el caballo era tan importante que ocupaba un primer plano en la vida de las personas. Y la verdad es que esa importancia está más que justificada, porque si no, párense un momento a pensar qué ocurriría sí no tuviéramos actualmente ferrocarriles, coches o camiones.
Es curioso pero cierto, el caballo como animal encierra un cierto alo de misterio y pocas cosas hay en la vida que sirvan de motivo de conversación con tan extenso desarrollo como ocurre cuando hablamos de caballos. Son incontables las horas y las páginas que podríamos ocupar hablando de ellos, y no sólo en la cuestión puramente técnica en cuanto a equitación se refiere, sino a toda la literatura que se ha escrito desde la mitología griega hasta los tiempos actuales. Pero, ¿por qué ocupa ese protagonismo el caballo?. ¡Acaso es un animal que goza de un cierto toque divino que lo diferencia del resto de los animales!.
En cualquiera de los casos, la verdad es que el caballo es un animal que desde siempre a despertado nuestra admiración, y la técnica para su entendí-miento y manejo, que en este caso es lo que llamamos equitación, ha ido evolucionando a la par que nuestra historia en función del uso que hemos ido dando a nuestros caballos. Efectivamente desde la equitación de Jenofonte hasta la equitación actual, y como referente de nuestra actual equitación podríamos tomar Alois Podhajsky, han pasado miles de años en los cuales podemos observar toda la evolución y los cambios que han experimentado los postulados y teorías ecuestres a favor del desarrollo de una correcta equitación.
Sobre este tema concretamente es sobre el cual van a ir encaminadas mis reflexiones, sobre lo que es una correcta o incorrecta equitación.
Por supuesto que como en todos los órdenes de la vida, la visión de una determinada cuestión, viene determinada en su mayoría por un altísimo porcentaje de subjetividad, por eso con estas líneas que escribo no pretendo, ni mucho menos, imponer mi criterio sobre lo que es una correcta equitación, tan sólo mi intención es exponer una serie de cuestiones que son intrínsecas al caballo para que cada uno reflexione sobre ellas y saque sus propias conclusiones.
Recientemente hemos podido ver las Olimpiadas de Atenas, y me dio una gran alegría el ver cómo el equipo Español de doma consiguió medalla. Este hecho es sin duda la consecuencia de la gran evolución que ha experimentado la equitación que se practica en nuestro país desde diez años a esta parte. La equitación no sólo es un arte sujeto a una personal e individual interpretación, sino que además se rige por unos principios académicos fruto del estudio y experiencia durante muchísimos años. Estos principios conforman una serie de directrices que es lo que llamamos técnica, la cual es parte indisociable para el conocimiento profundo de la equitación. Pero no quiero profundizar en cuestiones puramente técnicas haciendo aquí una exposición de qué requisitos o facultades son necesarias para una correcta reunión y ejecución en el pasaje, piaffé o un cambio de pie en el aire, sino más bien mi intención es profundizar en un tema puramente filosófico en cuanto a todo lo que se refiere al caballo.
La principal dificultad para el manejo y entendimiento del caballo es, sin duda, que el caballo se expresa mediante un lenguaje que no es el nuestro, por tanto podemos decir que el caballo no habla para decirnos tengo frío, o tengo sed, o no me gusta este forraje, o no me obligues a reunir el galope que me duele la articulación de la cadera, etc. Es obvio que el caballo no puede expresar mediante el habla su estado anímico o físico, pero la realidad es que mediante su lenguaje siempre nos está diciendo cosas que nosotros estamos en la obligación de saber interpretar. Cuando digo que estamos en la obligación de saber interpretar, es una cuestión puramente de sensibilidad y respeto hacia el animal, ya que lo hemos capturado de la pradera, privándole de su libertad a favor de nuestro servicio y disfrute, y que además nos ha prestado tantos e inigualables servios, qué menos que por respeto no tratemos de darle un confort y atenciones necesarias para obtener un caballo feliz, que sea nuestro amigo y no lo tratemos como un simple elemento que está a nuestro servicio.
En mi experiencia como jinete, he podido comprobar que aquellos caballos que han estado montados por jinetes que han practicado la equitación racional, han denotado siempre un carácter y comportamiento muy distinto, de aquellos otros caballos los cuales no han tenido la suerte de caer en manos que han puesto en práctica el uso de la equitación racional. Este es un hecho fácilmente comprobable al alcance de cualquier aficionado.
El principal exponente de la equitación racional es imponer el uso de la razón en el trabajo y en los métodos de aprendizaje. Esta práctica, está sin duda en contra de todo trabajo impuesto por la fuerza, y aboga por la inexistencia de la violencia obteniendo como resultados caballos con una actitud mental y física equilibrada, dando paso así a la belleza que los movimientos naturales tienen cuando quedan impregnados de la cadencia y ritmo como fruto de la aceptación del trabajo por convencimiento, nunca con imposición y violencia. Así pues, aquellos equitadores que hacen de las espuelas y fusta su catecismo y de la imposición su religión, nunca serán capaces de sacar lo mejor de cada caballo y siempre estarán de espaldas a la verdadera equitación, privándose así de ser conocedores de una de las sensación más bellas que existe.
A pesar de esa evolución tan favorable que ha experimentado nuestra equitación, todavía actualmente vemos a muchísimos ganaderos y propietarios particulares, que cuando llevan sus caballos a los jinetes para que inicien su adiestramiento imponen como condición una celeridad en el proceso de adiestramiento.“La precipitación es manantial fecundo del error”, esta máxima junto con aquella que dice; “En equitación ir despacio es llegar lejos”, son como dos mandamientos que todo aquel que quiera andar a caballo debe de conocer y tener presente en todo momento, cayendo en un craso error sí en algún momento las olvida. Pasar por alto estos mandamientos conlleva a grandes y gravísimos obstáculos en el proceso de aprendizaje. En este capitulo si que podemos aplicar aquella frase que dice “no existen los milagros”, así pues cuando todavía oigo barbaridades como, mi caballo tiene cinco años y ya está haciendo passaje, cambios de pie, etc,etc..., es la misma absurdez que oír que un niño de cinco años hace raíces cuadradas, ecuaciones de segundo grado, y toca el violín. Escuchar estas barbaridades me produce gran pena por el caballo y por su propietario o jinete, al hacer semejante afirmación están poniendo de manifiesto su gran ignorancia y desconocimiento en cuanto a materia ecuestre se refiere. El factor tiempo en el adiestramiento o educación del caballo es un vector incontable, nunca podemos predeterminar cuanto tiempo vamos a emplear en el adiestramiento, sí entendemos al caballo como un ser vivo con una inteligencia y un cuerpo los cuales limitan y dificultan de forma directa su aprendizaje. Es justamente la obligación del jinete moldear el cuerpo y la mente del caballo para de esa forma ponerlo en disposición de aprendizaje, el cual siempre estará condicionado a su carácter y morfología.
Otro de los grandes errores que se ven con demasiada frecuencia, es cuando alguien neófito se acerca al mundo del caballo y se compra un caballo joven. Esta es una de las barbaridades más grandes que suele cometer la gente novata, ya que el caballo joven nos exige un nivel de conocimientos que en este caso es completamente imposible que alguien novato sea poseedor de ello, formando así un tandem de dos voluntades en desacuerdo en donde cualquier cosa es posible menos el entendimiento y la fluidez, viéndose así frustrada cualquier intención de disfrute. Al hilo de lo anteriormente dicho, me viene a la memoria un proverbio árabe que dice “El caballo de diez años para mí, el de cinco para tu enemigo y el de quince para tu amigo”.
Llega ya el momento de poner final a esta pagina, y quiero finalizar con una reflexión muy personal la cual cada día que monto mis caballos se hace más profunda y más patente. Toda la complicación que encierra el arte de la equitación, se puede reducir de esta manera; “equitación, es impulsión y equilibrio”. Todo aquel jinete que cuando trabaje un caballo lo haga desde el propósito de crear impulsión y crear equilibrio en todos los aires del caballo, estará poniendo en práctica el uso correcto de la equitación, y podrá llevar de este modo a su caballo a las cotas más altas y sacar lo mejor que su caballo lleve dentro.
Alois Podhajsky , dijo: “Más que otro arte, la equitación está en unión íntima con el arte de vivir. Muchos de sus principios pueden, en todo tiempo, servir de reglas de conducta”.
Además de estar en el más absoluto acuerdo con esta afirmación, puede ser una paradoja, pero lo cierto es que existe una más que asombrosa coincidencia con el arte de vivir, sí entendemos este como “ilusión y equilibrio”. La impulsión es el deseo constante de ir hacia delante, sí no hay impulsión no hay equitación, sí no hay ilusión no hay felicidad, sí no hay felicidad no hay vida. En equitación la impulsión no debe ser el fin a conseguir, sino que la impulsión es el camino por el cual debe transcurrir todo el proceso de educación. La felicidad no es el fin que tenemos que conseguir, sino el camino por el que tiene que transcurrir nuestras vidas.
José Mª Carrión Sánchez
Comentarios recientes
Bravo!! Gran explicación que solo puede salir desde el sentimiento!! Totalmente de acuerdo!!!Gran profesional y gran persona Jose Carrion😀👍
Quiero poder se amiga vuestra en Facebook
Hacía tiempo que no leía algo que de inmediato lo pudiera aplicar a mi situación. Muy recomendable y verdadero.